Dar sin recibir… Cuando nos quedamos con la copa vacía.
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Dar sin recibir… Cuando nos quedamos con la copa vacía.


“A la copa llena no le cabe más. La copa vacía espera ser llenada.

La copa de la mujer sabia está siempre a medias, preparada para dar y preparada a recibir”.

- Pamela K. Metz y Jacqueline L. Tobin, "El Tao de las Mujeres"




Muchas veces escucho a mujeres en la consulta o en los talleres que facilito (y también lo he vivido yo misma en muchas ocasiones), que constantemente están “dando”. En sus trabajos, entregando toda su energía a los proyectos en los que se embarcan; en sus hogares, estando a disposición de sus familias todo el tiempo; con sus amistades, siendo la amiga “salvadora”… y así van caminando. Estas mujeres ponen mucha energía (por no decir toda su energía) en el mundo externo, o sea en sus relaciones, en sus trabajos o proyectos, olvidándose de que también existe un mundo interno, que tiene que ver con sus propias emociones y necesidades, y que es fundamental nutrir de la misma manera. Muchas veces escucho a estas mujeres decir “Es que si no lo hago yo, nadie lo va a hacer”; “Me gustaría liberarme de esta mochila, pero es imposible”; “Tengo que hacer todo yo”; “Es que depende/n de mí”; “Si no lo hago… (y comentan algo súper terrible que ocurrirá)”.


Estas mujeres llegan a sentirse agotadas, y resentidas en muchos casos, ya que este “dar” desmedido hace que se descuiden, se hagan daño y se ignoren a sí mismas. Estas mujeres saben mucho de “dar”, pero poco o nada de “recibir”. Cuando la mujer da, y no procura recibir, llega un momento en el que su agotamiento mental, emocional, físico y - sobre todo – espiritual es tan grande que ya no tiene más para dar, y si lo hace se siente vacía, con ira, sintiendo que se traiciona a sí misma en cada paso.


Al trabajar este tema en consulta, muchas veces las mujeres se dan cuenta de que no tienen que, ni necesitan, hacerse responsables de todo lo que se hacen responsables, ni dar más de lo que es saludable para ellas. Se dan cuenta de que si ellas no se encargan de absolutamente todo, la mayoría de las veces, alguien más lo hará. Se dan cuenta de que está bien si piden ayuda, y que no tienen que poder con todo (y así pudieran, no tienen por qué hacerlo solas y de manera tan sacrificada).


Uno de los aprendizajes más importantes para estas mujeres es aprender a recibir. Cuando nos colocamos todo el tiempo en el lugar de “dadoras” nos ponemos en un lugar de omnipotencia (“yo puedo sola, no necesito a nadie”, “para que quede bien hecho tengo que hacerlo yo”, “me necesitan”). Permitirnos recibir de otra persona, implica aceptar que somos humanas y no máquinas, y eso significa que a veces nos cansamos, estamos tristes, o no tenemos ganas. Y cuando nos permitimos recibir, también le damos la oportunidad al otro/a de dar, y eso es un regalo enorme, para el/la otro/a y para mí.


Algunas veces sí tenemos que hacernos cargo de muchas responsabilidades (por ejemplo, en el caso de hijos/as pequeños/as que dependen total o casi totalmente de nosotras). En esos casos, ¿es posible alivianarnos pidiendo ayuda a alguien más? ¿cómo podemos hacer para intercalar algunos momentos para mimarnos un poco, para descansar y recuperar energías? ¿cómo hago para darme amor y atención también a mí?


Dar y recibir, son dos polos complementarios de un mismo movimiento energético. Cuando sólo nos permitimos vivir desde uno de estos polos, se genera un desequilibrio que se traducen en malestar (físico y/o psicológico).


Te invito a reflexionar cómo es para ti este movimiento de dar-recibir y, si quieres, puedes compartirlo aquí abajo en los comentarios.



Sobre la autora: Anaclara Falco. Licenciada en Psicología, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Formada en Psicoterapia Gestáltica. ​Maestra de Reiki Usui Tibetano. Gemoterapeuta. Facilitadora de espacios para mujeres, certificada por Mujer Cíclica. Brinda atención psicoterapéutica y talleres en Espacio Terapéutico.




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